Enfermedades cardiovasculares

Las patologías cardiovasculares son patologías del corazón y de sus vasos sanguíneos. El término enfermedad cardiovascular es una denominación genérica que engloba más de 20 diferentes enfermedades del corazón y de sus vasos sanguíneos. Es un problema importante que afecta a un porcentaje muy alto de la población y el ritmo de vida moderno favorece su aparición.

Según muchas encuestas, el cáncer es la enfermedad que mas temor provoca en la población. Sin embargo, las enfermedades cardiovasculares merecen un mayor respeto según las estadísticas. Según los estudios recientes, si los principales tipos de enfermedades cardiovasculares fueran eliminadas, la expectativa de vida total aumentaría aproximadamente 10 años. Si todos los tipos de cáncer fuesen abolidos, el aumento tan solo sería de tres años.

El principal factor de las enfermedades cardiovasculares es la producción y acumulación de una placa de sustancia grasa en el interior de los vasos sanguíneos: la arteriosclerosis. Cuando una placa arteriosclerótica bloquea la vascularización del corazón, el diagnostico es patología coronaria, la principal forma de patología cardiovascular.

También la arteriosclerosis puede bloquear vasos sanguíneos cerebrales (derrame cerebral) o de los miembros inferiores (enfermedad arterial periférica).

¿Por qué suceden las patologías cardiovasculares?

La enfermedad cardiovascular, la arteriosclerosis, se inicia por la lesión de las paredes de las venas arteriales. El nivel elevado de colesterol en la sangre, la tensión arterial elevada, el tabaquismo, las lipoproteínas oxidas y otros factores son capaces de lesionar las arterias.

Mejorar los hábitos alimentarios, el ejercicio físico apropiado, la reducción del tabaquismo, la reducción del estrés, en definitiva la mejora del estilo de vida tiene un efecto muy beneficioso en la lucha contra las enfermedades coronarias.

La arteriosclerosis es reversible, disminuyen las placas, con una dieta adecuada y con unas pautas de ejercicio correctas.

Las arterias coronarias de las personas que realizan ejercicio físico de forma habitual se pueden expandir más, son menos rígidas en la vejez y son más largas que las de las personas inactivas. Incluso cuando existe alguna placa, las arterias coronarias de las personas entrenadas son suficientemente largas para disminuir el riesgo de una oclusión total y desencadenar un ataque cardíaco.

El corazón se hace más grande y más fuerte con el ejercicio regular. Hay investigaciones que afirman que el corazón entrenado desarrolla vasos sanguíneos extra aumentando así la aportación de sangre y oxígeno.

Para minimizar el riesgo de tener patologías coronarias, más importante que hacer ejercicio es hacerlo de forma continuada; debe ser un hábito de salud incorporado a la vida cotidiana, como lo es ducharse, lavarse los dientes y otros hábitos que han proporcionado una mejora de la calidad de vida.

Tipo, volumen e intensidad del ejercicio físico para las enfermedades cardíacas

Hay un debate continuo sobre el volumen y la intensidad del ejercicio físico para disminuir el riego de enfermedad coronaria. Algunos estudios indican que el ejercicio regular y vigoroso es preciso, mientras que otros sugieren que el ejercicio de intensidad moderada es suficiente para reducir los riesgos.

Cada vez está más aceptado que realizar ejercicio más intensamente y durante períodos más largos supone un beneficio adicional para evitar el riesgo de enfermedades coronarias, bien es cierto que los límites a los que se someten deportistas de elite son incluso peligrosos para la salud.

Los mayores beneficios contra el riesgo de enfermedad coronaria se consiguen cuando la persona sedentaria adopta hábitos de ejercicio físico moderado, con más beneficios a medida que aumenta la duración e intensidad del ejercicio según su habituación.

Se debe realizar un estudio personal para saber en qué condiciones físicas está la persona y prescribir a partir de éstas el ejercicio físico. En términos generales, andar ligeramente unos 3 – 4 km la mayoría de los días de la semana es un buen inicio para personas sedentarias. Aumentar la intensidad y la duración realizando menos tiempo trotando y aumentar a 5 km / día supondrá una mayor adaptación del organismo y una mejor respuesta ante problemas coronarios.

Actividades aeróbicas que van de moderadas a extenuantes, como andar rápido, correr, ciclismo, remo, aeróbic o esquí de fondo demuestran proporcionar esta protección. Actividades poco intensas como pasear, pescar, la jardinería o hacer las tareas del hogar no disminuyen el riesgo de padecer enfermedades coronarias.

Para la prevención y recuperación es interesante pensar en los beneficios que proporciona el entrenamiento de fuerza al músculo cardíaco. Varios autores (McCartney, 1990; Verrill et al., 1992 etc.) recomiendan el entrenamiento de fuerza en forma de circuito con resistencia de un 30 a un 60% como máximo de la fuerza individual como método para la mejora física dentro de la rehabilitación cardiovascular.

Diversos estudios demuestran que una correcta dieta y un correcto plan de entrenamiento físico durante un período de dos a tres años reduce considerablemente los problemas asociados a la arteriosclerosis. Lo más impactante es que los pacientes que realizan lo comentado presentan un 50% menos de problemas cardiovasculares.

Enfermedades cardiovasculares y nutrición

¿Cómo podemos reducir el riesgo de sufrir patología cardiovascular a través de la alimentación?

Reduciendo el contenido total de grasa de la dieta

Las dietas altas en grasas aportan más lípidos al organismo. Es recomendable que la dieta no aporte más del 30% de la energía en forma de grasas.

El colesterol de la dieta eleva el colesterol total y el LDL, pero menos que las grasas saturadas. El colesterol proporcionado por la dieta aumenta los niveles de colesterol en sangre, en mayor o menor medida dependiendo de la susceptibilidad genética de cada persona.

Reduciendo las grasas trans y las grasas saturadas

  • Las grasas trans se producen mediante la hidrogenación de grasas vegetales, dichas grasas se utilizan para alargar la vida media de los productos envasados o procesados e incrementan el colesterol LDL.
  • Las grasas más aterogénicas son las grasas animales, las grasas lácteas, y las grasas vegetales.

Es recomendable evitar la bollería y galletas con grasas vegetales, así como lácteos enteros o quesos curados.

Aumentar el consumo de pesado respecto a las carnes y potenciar las carnes magras respecto a las que no lo son.

Evitar el consumo de embutidos y quesos grasos.

Aumentar la fibra soluble y hacer nuestra dieta más antioxidante

  • Consume cereales integrales.
  • Ingiere tres raciones de fruta y dos de verdura.
  • Incrementa el consumo de fibra soluble: legumbres, cebada, semillas de lino, soja, manzanas, cítricos, fresas etc.
  • Consume frutos secos con moderación, son antioxidantes, antiinflamatorios y cardiosaludables.

Incrementar w - 3 y grasas mono y poliinstaurada

  • Ingiere pescado azul dos veces a la semana e incrementa tu aporte de soja, tofu, avena y nueces. (aporte w – 3).
  • Consume aceite de oliva antes que cualquier otro aceite, incluso para cocinar.
  • Acompaña a ensaladas o a verduras cocidas así como a yogures, pipas de sésamo, lino y girasol.
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