Todos hemos escuchado hablar sobre la importancia del desayuno en nuestras dietas habituales.
Frases como “el desayuno es la comida más importante del día” o “desayuna como un rey, almuerza como un príncipe y cena como un mendigo” se han repetido durante años, una y otra vez. Y si bien hay quienes prefieren saltearse el desayuno para dormir unos minutos más por la mañana, la mayoría de nosotros hemos colocado al desayuno en el podio de las comidas.
Empecemos por lo básico. Desayunar no es bueno o malo per se, dependerá de cada uno, de las cantidades, horarios y comidas que se ingiera.
Lo que suele confundirse bajo esta sentencia es que los que cuidan de su salud suelen desayunar, y los que no, probablemente sólo lo hagan cuando tengan tiempo o ganas.
Esto viene asociado a que quienes cuiden de su salud, en general, cumplirán las recomendaciones generales, entre ellas, desayunar, y quienes no, no tendrán reparo en fumar, tomar más alcohol, comer comida chatarra o no llevar una vida sedentaria.
Sin embargo, que quienes son más saludables desayunen no debe confundirse con que el desayuno sea sinónimo de una buena salud.
Parece ser que ingerir carbohidratos de noche trae pesadillas a más de uno. La realidad es que, si lo has administrado bien durante el día, realizando suficiente actividad física, no hay nada de malo en que recuperes tus reservas de glucógeno por la noche.
No importa tanto a qué hora desayunes o en qué horario cenes, lo realmente relevante es que se concentres la comida en un tiempo más reducido a lo largo del día.
Desayuno ideal
En términos generales, un buen desayuno debería estar basado principalmente en proteína y grasa natural, sin abusar de los carbohidratos (salvo algo de verdura, una fruta o una pequeña porción de almidón).
En primer lugar, incluir una buena fuente de proteína a primera hora reduce el hambre durante la mañana, mucho más que un desayuno a base de carbohidrato. Asimismo, esto puede contribuir a controlar la glucosa en sangre.
Algunos estudios realizados demostraron que adolescentes que empezaron el día con un desayuno alto en índice glucémico (avena instantánea), luego durante el transcurso del día ingirieron un 81% más que los que tomaron un desayuno con menores niveles de glucosa (IG).
Si decides realizar cambios en tu alimentación será fundamental que consultes un profesional que pueda asesorarte según tus características y tu rutina habitual.
Por ejemplo, algunas excepciones para las que sería recomendable incorporar más carbohidrato a primera hora serían:
En resumen, aunque respetar ciertos horarios es importante, en definitiva lo realmente crucial es el qué y cuánto comemos. Debemos comprender que no existen desayunos mágicos; se trata de una comida que debemos respetar y adaptar a nuestros estilos de vida.
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