En el mundo fitness hay ejercicios y ejercicios. Están aquellos que nos parecen monótonos –aunque funcionan- y nos obligan a contar las repeticiones y las series sin descanso, otros más dinámicos como los entrenamientos HIIT y otros más divertidos o que nos llevan a nuestra infancia, como saltar el trampolín.
Sí, saltar el trampolín se ha convertido en un ejercicio muy utilizado en los entrenamientos funcionales y además de divertido y nostálgico, sí que nos puede hacer sudar la gota gorda… pero, ¿realmente funciona? Te lo contamos.
Cuando saltamos el trampolín estamos trabajando el cuerpo completo, desde las piernas, glúteos, el core, la espalda y, por supuesto, la parte superior del cuerpo. Por ello, este ejercicio es vital para perder peso o trabajar áreas individuales del cuerpo, siempre que hagamos diferentes saltos.
Hay muchas razones, quizás la primera es que se trata de un ejercicio cardiovascular y la segunda es que es muy divertido. Y el divertimento, cuando forma parte de una rutina de ejercicios, ayuda muchísimo a mantener la constancia.
Una investigación realizada por el American Council on Exercise explica que, según la NASA, saltar el trampolín puede ser tan eficaz como correr, ya que aumenta el ritmo cardiaco y estimula la circulación de los músculos. Eso sí, para disfrutar de sus beneficios es necesario hacerlo por un largo período de tiempo.
Por ejemplo, en el estudio, los participantes realizaron una rutina de 19 minutos en el trampolín y encontraron que el gasto de energía equivalía a correr 9 kilómetros en un terreno plano o andar en bici unos 22 kilómetros por hora… ¡Increíble!
La misma investigación anterior, reveló que saltar al trampolín fue parte del entrenamiento de los pilotos de combate durante la Segunda Guerra Mundial, ya que aquello les ayudaba a aumentar su conciencia espacial y el equilibrio.
Otra investigación de 2011 sometió a adultos mayores a un entrenamiento de trampolín para ver si lograban tener mayor estabilidad y equilibrio y así evitar las caídas propias de la edad. Luego de 14 semanas de estudios se halló una mayor fuerza muscular en pies, tobillos y piernas, así como una ganancia de equilibrio.
Contrario a lo que piensas, saltar al trampolín no es un ejercicio de alto impacto para los huesos y articulaciones, ya que la superficie es elástica y absorbe casi todo el impacto.
Según el Journal Of Sport and Health Sciencia, las personas que saltan al trampolín suelen tener una mayor densidad ósea. Obviamente, se trata de personas que lo realizan regularmente.
Un estudio de Wellbeing Journal encontró que saltar al trampolín ayuda al sistema linfático. Esta es una red de tejidos y órganos que forma parte del sistema inmune y cuya tarea es mantener los niveles de fluidos corporales equilibrados, defendiendo y desintoxicando el cuerpo contra infecciones.
Como lo dijimos al principio, saltar al trampolín no se siente como ejercicio, más bien parece un juego y ello hace que las endorfinas suban a nuestro cuerpo de inmediato. Por ello, sería genial elegirlo como entrenamiento cardiovascular regular o hacerlo luego de nuestra sesión de fuerza.
Entonces, ¿debería saltar al trampolín? Por supuesto que sí, solo asegúrate de entrenar también con pesas y comer saludable y preguntarle a tu entrenador cómo hacer este ejercicio más efectivo.
Te dejamos un video de nuestro canal de Youtube Método Lázaro
Periodista especializada en temas de medicina, nutrición y fitness. Amante del deporte, de la escritura y los libros.